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LA REVOLUCIÓN DE ALZAR LA MIRADA

  • Juan Manuel Pacheco Arias
  • 10 dic 2016
  • 2 Min. de lectura

La ciencia y su constante escrutinio de la realidad busca insaciablemente fenómenos, datos o acontecimientos proporcionados por la naturaleza que permitan establecer o refutar todo intento teórico de explicarla. El método científico prima todo aquello que dictamine el cosmos por sobre las matemáticas dispuestas por el hombre para simular los sistemas físicos, de allí surge la necesidad propia del experimento, como intento supremo para desencriptar los códigos que permiten comprobar hipótesis y formular preguntas, enriqueciendo la verdad.



Ante esta necesidad del científico, y con el constante desarrollo de teorías más y más complejas, la creación de experimentos y las fuentes de datos de la naturaleza se alejan cada vez más de la experiencia cotidiana del ser, y encontrar la comprobación práctica de los conceptos necesita a su vez de mayores cantidades de dinero y energía, por lo que pareciese que los secretos del cosmos son impenetrables o económicamente imposibles.

Gran colisionador de Hadrones

La realidad propia de la experimentación busca aumentar la energía de sus colisionadores, la distancia a la que llegan sus satélites y el tamaño de sus radio-telescopios, incrementando la probabilidad de datos que escondan la pieza faltante al engranaje teórico. Sin embargo es importante detenerse para repensar y concebir que la naturaleza encierra sus misterios en sí misma, y tal vez hay que buscar de otra manera.


Lunas de Júpiter detectadas por Galileo


Una alternativa vital es recordar los inicios que sentaron las bases de lo que hoy es ciencia, y volver a los comienzos de la física es siempre contemplar la figura de Galileo, entendiendo que la dificultad que conlleva pensar diferente acuña en su seno, descubrir la simpleza. Galileo, empeñado en consolidar sus ideas y con la voluntad de luchar por sus derechos, no necesito más que levantar la mirada y con su catalejo vislumbrar las estrellas.



Un objeto simple que consta de un tubo y dos lentes encargados de refractar la luz, adicionados a una captadora y una amplificadora de imagen, usado por los marineros para vislumbrar objetos a largas distancias en sus travesías, se tornó en el primer telescopio de la historia, cuando se enfocó al lugar correcto. La revolución posterior a la mirada levantada de Galileo es incalculable, la creación de telescopios de diferentes tipos, características y tamaños le permitió al hombre alcanzar los datos que creía inalcanzables, dotándolo de la capacidad de explicar aquello que superaba sus expectativas, dándole la posibilidad de pregonar que el universo que habita se está expandiendo, que tan solo somos un planeta más, en un sistema solar más, dentro de una galaxia más y que el universo proviene de una gran explosión inicial.


Teniendo claro que la belleza suprema proviene de lo sublime, la ciencia debe reconsiderar quizá nuevas alternativas experimentales nunca antes concebidas, y provocar una nueva revolución práctica que dictamine el rumbo de las nacientes teorías, agradeciendo el hecho de levantar la mirada.

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Acerca de mi

Soy un estudiantes de física de la Universidad Industrial de Santander apasionado por la ciencia, que busca divulgar conocimiento científico de una manera entendible, fresca y entretenida, con el fin de lograr incentivar el interés y la curiosidad de muchas más personas hacía esta maravillosa forma de conocer.

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